Por Rubén F. Martínez
Doña Helenita anda muy enojada.
Ayer recorrió todas las dependencias del gobierno municipal, para repartir reclamos, reclamos que no eran suyos, sino de la población que ella representa como presidente del Comité de Vecinos de la Colonia Echeverría.
Como siempre ocurre en estos casos, ninguno de los funcionarios responsables, reconocieron tener una responsabilidad.
Jorge Crostwhite, director de Desarrollo Social, de plano tuvo que reconocer que la dirección a su cargo, solamente tiene "desarrollo social" en el nombre, pero en realidad carece de facultades y mucho menos tiene recursos para impulsar políticas públicas que incidan verdaderamente en un mejor bienestar para la comunidad.
Helenita lo abordó en pleno patio central del edificio de gobierno municipal, previo a un acto de entrega de uniformes, y sin mayor protocolo, le soltó la siguiente pregunta: ¿porque Hugo Torres no cumple lo que promete?
Recordó que en el caso concreto de la colonia Echeverría, Torres Chabert, se comprometió en campaña a rehabilitar el parque de la colonia y a equipar un comedor comunitario, todo ello, en aras de coadyuvar con esa comunidad a disminuir los índices de delincuencia y a impulsar actividades recreativas para jovenes niños y gente pobre que deambula alrededor.
Lo peor del caso, es que Torres Chabert, ni siquiera ha dado la cara, ni ha dicho las razones de poque no ha cumplido esa promesa.
Ya entrados en la plática, Crostwhite, trató de explicar que esos temas no son de competencia de la dirección de Desarrollo Social, pero ni siquiera del gobierno municipal, de donde salio otra cuestión: ¿Entonces para que prometen algo que saben de antemano que no van a poder cumplir?
Afloraron entonces en esta conversación, dos tipos de lógica: La del funcionario, que conociendo el marco de la ley, sus funciones y facultades, utiliza ese conocimiento para evadir responsabilidades. Esto es, para mostrar que no está en su competencia resolver la demanda que le plantean de un parque y un comedor comunitario.
Pero en contraparte, surgió también la lógica del ciudadano común y corriente que no alcanza a entender porqué, en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, los funcionarios públicos acumulan riquezas, y al pueblo se le juntan las carencias..
--Pormás que me expliques Jorge, no alcanzo a comprender, con todo lo que ganan los funcionarios, y no pueden cooperarse entre todos para comprar una mugrosa estufa que vale tres mil pesos..
Entonces llegó Jacinto César Villegas, con su típico aire de mamoncito que todo lo sabe, e intentó darle lecciones como para hacer una tesis política:
--Mire doña Helenita, lo que usted no sabe, es que... bla, bla, bla, bla, bla, (sacó todo el chorizo de que el ramo 33, y que las observaciones del organo fiscalizador, y que la estadística del Inegi, y que si Rodrigo Montes, es el culpable de la mala imagen del Ayuntamiento, y que si Romero no sabe hacer un mendigo presupuesto, y que si los periodistas como joden, etc. etc.)
Doña Helenita aguantó estoica todo el rollo que hubiera provocado a cualquier otro mortal morirse de aburrimiento, y luego apeló a la misma lógica contundente del pueblo no atendido y, como tal se siente engañado.
--Muy bien César, me podrás decir mil cosas que no se, pero a mi no vas a enredarme. Dime solamente, ¿para que nos hiciste constituir un comité de obra, ir a consulta y aprobar las obras?
A mi no me tienes que decir que nosotros hicimos las cosas mal, porque esa es tu responsabilidad. Ver que se hagan las cosas bien, para eso te pagan. Hugo Torres hizo un compromiso y lo tiene que cumplir, si no va a quedar como un mentiroso y lo vamos a exhibir toda la comunidad..
Villegas empezó a cantinflear, y antes de que bajara el alcalde y doña Helenita pudiera cumplir su promesa de reclamarle publicamente, la retiró del sitio y se la llevó a su oficina, donde nadie pudiera ser testigo de sus reclamos.
Ocultar las cosas, desde luego que tampoco es la solución.
