Gerardo Díaz
El abigeato o robo de ganado está al cien en Rosarito, ante la falta de una autoridad seria, responsable, comprometida con atender las demandas más sentidas de los rosaritenses. Todo mundo sabe que cualquier mendigo “cristalón” por una corta feria se anda robando caballos durante las noches, rompiendo candados. Peor aun cuando estas autoridades se hacen de la vista gorda, son disimuladas o abiertamente corruptas, como lo pudimos confirmar al voltear a ver un problemita que aquejaba a los renteros de caballos y que en el fondo del asunto está la pugna por el control de la playa, la zona federal por la nueva “máxima autoridad”, el ánimo de beneficiar a los compadres o simplemente demostrar quien las “puede”. En esta lucha ya han perdido la vida antes un bombero, también un “coquero”, entre otros. Vamos por partes, el gobierno que “entiende y atiende” desaparece la vieja figura del Juez de Campo y crea la Inspección Agropecuaria, en donde colocan a una señora que se llama Gissele Araujo, protegida de Los Salceda, compadres de Fernando Serrano, Secretario General de Silvano Abarca, a la vez quien controla a contentillo todo lo que se mueve en la ciudad. Hubo cambio solo de membrete pues en la práctica no hay autoridad como tal, hay un desgarriate, como nos lo dicen miembros de la Unión Ganadera de Tijuana y Rosarito. Porque en que cabeza cabe que para ejercer un auto de autoridad, se arrastre a caballos hasta los corralones de una empresa de grúas, en donde se les deja a los animales sin espacio ni pastura, menos cuidados especiales que requieren estos animales. Los mismos ganaderos en ánimo de cooperar, le ofrecieron al entonces regidor Arturo Granado, luego al suplente Eligio Valencia, sus espacios, remolques y veterinario, para confinar en mejores condiciones a los caballos. El otro día se llevaron siete y solo regresaron seis, luego de un alegato a tirones les pagaron el penco, que en el mercado negro lo andan vendiendo hasta por 5 Mil Pesos, muchas veces para hacerlo carnitas. Historias macabras de rastro y borrado de fierro en las bestias se oyen seguido. Ahorita mismo cuando transcribo esto, me confirman que hay desaparecida una veintena de caballos. Así me dicen los hombres de a caballo, que sigue la robadera de caballos, mientras que la autollamada autoridad sigue atendiendo a “oscuros intereses”, es cosa de rascarle un poquito, y más nombres afloran.
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“ROSARITO BLUES”, SILVANO ABARCA, EL ROBAVACAS
Por 
Gerardo Díaz
El abigeato o robo de ganado está al cien en Rosarito, ante la falta de una autoridad seria, responsable, comprometida con atender las demandas más sentidas de los rosaritenses. Todo mundo sabe que cualquier mendigo “cristalón” por una corta feria se anda robando caballos durante las noches, rompiendo candados. Peor aun cuando estas autoridades se hacen de la vista gorda, son disimuladas o abiertamente corruptas, como lo pudimos confirmar al voltear a ver un problemita que aquejaba a los renteros de caballos y que en el fondo del asunto está la pugna por el control de la playa, la zona federal por la nueva “máxima autoridad”, el ánimo de beneficiar a los compadres o simplemente demostrar quien las “puede”. En esta lucha ya han perdido la vida antes un bombero, también un “coquero”, entre otros. Vamos por partes, el gobierno que “entiende y atiende” desaparece la vieja figura del Juez de Campo y crea la Inspección Agropecuaria, en donde colocan a una señora que se llama Gissele Araujo, protegida de Los Salceda, compadres de Fernando Serrano, Secretario General de Silvano Abarca, a la vez quien controla a contentillo todo lo que se mueve en la ciudad. Hubo cambio solo de membrete pues en la práctica no hay autoridad como tal, hay un desgarriate, como nos lo dicen miembros de la Unión Ganadera de Tijuana y Rosarito. Porque en que cabeza cabe que para ejercer un auto de autoridad, se arrastre a caballos hasta los corralones de una empresa de grúas, en donde se les deja a los animales sin espacio ni pastura, menos cuidados especiales que requieren estos animales. Los mismos ganaderos en ánimo de cooperar, le ofrecieron al entonces regidor Arturo Granado, luego al suplente Eligio Valencia, sus espacios, remolques y veterinario, para confinar en mejores condiciones a los caballos. El otro día se llevaron siete y solo regresaron seis, luego de un alegato a tirones les pagaron el penco, que en el mercado negro lo andan vendiendo hasta por 5 Mil Pesos, muchas veces para hacerlo carnitas. Historias macabras de rastro y borrado de fierro en las bestias se oyen seguido. Ahorita mismo cuando transcribo esto, me confirman que hay desaparecida una veintena de caballos. Así me dicen los hombres de a caballo, que sigue la robadera de caballos, mientras que la autollamada autoridad sigue atendiendo a “oscuros intereses”, es cosa de rascarle un poquito, y más nombres afloran.
Gerardo Díaz
El abigeato o robo de ganado está al cien en Rosarito, ante la falta de una autoridad seria, responsable, comprometida con atender las demandas más sentidas de los rosaritenses. Todo mundo sabe que cualquier mendigo “cristalón” por una corta feria se anda robando caballos durante las noches, rompiendo candados. Peor aun cuando estas autoridades se hacen de la vista gorda, son disimuladas o abiertamente corruptas, como lo pudimos confirmar al voltear a ver un problemita que aquejaba a los renteros de caballos y que en el fondo del asunto está la pugna por el control de la playa, la zona federal por la nueva “máxima autoridad”, el ánimo de beneficiar a los compadres o simplemente demostrar quien las “puede”. En esta lucha ya han perdido la vida antes un bombero, también un “coquero”, entre otros. Vamos por partes, el gobierno que “entiende y atiende” desaparece la vieja figura del Juez de Campo y crea la Inspección Agropecuaria, en donde colocan a una señora que se llama Gissele Araujo, protegida de Los Salceda, compadres de Fernando Serrano, Secretario General de Silvano Abarca, a la vez quien controla a contentillo todo lo que se mueve en la ciudad. Hubo cambio solo de membrete pues en la práctica no hay autoridad como tal, hay un desgarriate, como nos lo dicen miembros de la Unión Ganadera de Tijuana y Rosarito. Porque en que cabeza cabe que para ejercer un auto de autoridad, se arrastre a caballos hasta los corralones de una empresa de grúas, en donde se les deja a los animales sin espacio ni pastura, menos cuidados especiales que requieren estos animales. Los mismos ganaderos en ánimo de cooperar, le ofrecieron al entonces regidor Arturo Granado, luego al suplente Eligio Valencia, sus espacios, remolques y veterinario, para confinar en mejores condiciones a los caballos. El otro día se llevaron siete y solo regresaron seis, luego de un alegato a tirones les pagaron el penco, que en el mercado negro lo andan vendiendo hasta por 5 Mil Pesos, muchas veces para hacerlo carnitas. Historias macabras de rastro y borrado de fierro en las bestias se oyen seguido. Ahorita mismo cuando transcribo esto, me confirman que hay desaparecida una veintena de caballos. Así me dicen los hombres de a caballo, que sigue la robadera de caballos, mientras que la autollamada autoridad sigue atendiendo a “oscuros intereses”, es cosa de rascarle un poquito, y más nombres afloran.
