Campaña de odio
Pedro Martínez Serrano
La fórmula probó su eficacia en 2006, cuando los mexicanos enfrentaron su peor división, consecuencia de la feroz y corrosiva campaña de odio, diseñada por el golpeador mediático de origen español, Antonio Solá Reche. La guerra sucia que orquestó el gachupín, cumplió un sólo propósito, hacer ver al candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador,como un peligro para México.
Fiel intérprete de los postulados del nazismo más rabioso, el señor Solá es el abastecedor del pestilente estercolero, con el que el PANmancha, desprestigia, difama (que algo queda) a sus adversarios. La belicosidad, bajeza y rudeza con que se conduce el tal Solá Reche, trae felices a los panistas bajacalifornianos, que en él y en nadie más, siembran sus posibilidades de triunfo, de retener el gobierno del Estado y rescatar alguno ayuntamientos.
Y es que la campaña de odio, cuya fórmula probó de manera ínfima su éxito, con el cuestionado triunfo de Felipe Calderón en 2006, se trata de calcar en Baja California. Ahora el que, según elgachupín Solá, es un peligro para Baja California, es el abanderado de la alianza Compromiso por Baja California, Fernando Castro Trenti.
Las líneas de acción tiradas por el fanático de la doctrina hitleriana, dictan que hay que difamar, hay que denostar, con un solo propósito: cumplir la máxima del ministro de propaganda de la Alemania nacionalsocialista, del régimen de Adolfo Hitler, el perverso Paul Joseph Goebbels, que decía que una mentira dicha mil veces, se convierte en verdad.
Olvida el español que hoy la comunicación, a través de los instrumentos tradicionales, prensa, radio y televisión, así como los emergentes, los de nueva generación, las llamadas redes sociales, ponen a flote la mentira y hacen ver el engaño como el principio de la traición.
Hoy, se insiste en que Castro Trenti se duplicó el sueldo cuando fue Secretario del Ayuntamiento, al lado de Jorge Hank Rhon, a lo que el tijuanense se concretó a recordar que un empleado no tiene facultades para tomar ese tipo de decisiones.
El gachupín golpeador no ha entendido que en Baja California existe una cultura democrática, electoral, distinta a la que aplica en el centro del país. Acá, los bajacalifornianos rechazan la diatriba como instrumento de campaña. Lo que se exige son propuestas serias, realistas y, obvio, realistas.
