Aprovechando la visita del Papa Francisco a la tumba de Don
Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, vale la pena recordar la
vigilancia que el Gobierno mantuvo sobre sacerdotes y religiosas afines a la
Teología de la Liberación, específicamente en el estado de Hidalgo, donde la
llamada doctrina social de la Iglesia fue muy fuerte.
Un informe de la Dirección General de Gobernación (DGG) en
Hidalgo al que tuve acceso, elaborado en el año 2000, acusa de tener prácticas
“antigubernistas”, “socialistas” y “antineoliberales” a estos religiosos y
describe aspectos generales sobre el desarrollo del liberacionismo en las
décadas de 1970, 1980 y 1990. Además, elabora un breve perfil de los
principales activistas del movimiento católico, también conocido como “Teología
marxista”, fundada a partir del Conciclio Vaticano II de 1962.
Señala que la Teología de la Liberación en Hidalgo comenzó
cuando en 1970 “varios sacerdotes de la región huasteca” se manifestaron a
favor de la Doctrina Social de la Iglesia, considerando que “encarnaba la
realidad de la región, por ser la diócesis más pobre de la entidad”.
“En el apogeo de las invasiones de tierras hechas por los
campesinos de la región huasteca, a finales de los 70’s, 58 sacerdotes
integraron un consejo denominado ´Tlanel teomoquetl´ (el que busca la verdad)
que bajo el argumento de que se encontraban perseguidas y reprimidas
injustamente por los caciques locales, algunas organizaciones independientes de
la zona, las apoyaron en forma económica y ante instancias de derechos
humanos”.
Se precisa que el movimiento tuvo un empuje cuando en 1994
“la atención nacional e internacional se centró en el problema de Chiapas”. Y
enseguida comenta: “Conflicto el cual hasta la fecha ha generado las más
diversas polémicas”. En esos años, el clero de la huasteca volvió a retomar con
nueva insistencia el discurso de la doctrina preferencial por los pobres.
De 1996 a 1997 –dice-- repuntó el activismo de catequistas y
agentes pastorales en varias comunidades de la región, señalando que “se
debían” defender los derechos humanos, así como destacar que “el mal gobierno”
--entrecomilló Gobernación--, y el “sistema de muerte” solo atendía las
demandas de las organizaciones “afiliadas al PRI” y que injustamente los
programas asistenciales “promovían el neoliberalismo haciendo más pobres a los
pobres”.
La Teología de la Liberación se asentó en el centro de la
Huasteca hidalguense y su influencia se expandió a San Luis Potosí y Veracruz.
El informe de Gobernación la califica como inculcadora de “ideologías
socialistas, antigubernistas y antineoliberales”.
El informe precisa un repunte de las actividades del
liberacionismo en el estado de Hidalgo para 1998, cuando se reconoció de manera
oficial el contacto de la Diócesis de Huejutla (corazón de las Huastecas) con
sacerdotes de Chiapas y Oaxaca, particularmente los obispos Samuel Ruiz y
Arturo Lona Reyes.
Sobre el hecho, Gobernación advirtió la actividad del ex
rector del Seminario Mayor de Huejutla, padre Samuel Mora Castillo --fallecido
en el año 2013--, sobre quien informó que, a finales del mes de marzo de 1998,
“comenzó a proyectar la realización de una movilización en apoyo al obispo
Samuel Ruiz y de su labor a favor de la causa indígena en Chiapas”.
Mantiene presencia en comunidades de Yahualica, Atlapexco,
Orizatlán y Huejutla, las cuales visita de incógnito”.
Sobre Mora Castillo, Gobernación advirtió: “Rector del
Seminario Mayor. Ordenado el 8 de diciembre de 1969. Es uno de los principales
promotores de la teología de la liberación. Abierto simpatizante de Samuel
Ruiz. Como formador de seminaristas les inculca ideologías socialistas,
antigubernistas y antineoliberales. Mantiene presencia en comunidades de
Yahualica, Atlapexco, Orizatlán y Huejutla, las cuales visita de incógnito”.
Otro sacerdote fichado fue el padre José Barón Larios, quien
también murió en el año 2013: “Párroco
de Macuxtepetla. Ordenado el 8 de diciembre de 1996. Este sacerdote fue
iniciador del movimiento de los pueblos independientes de la Huasteca a
principios de los 70’s, bajo el respaldo de Arturo Lona Reyes.
“Barón Larios se identifica ampliamente con los núcleos
indígenas de la región y ha realizado diversos foros sobre cultura indígena,
derechos humanos y sociología (…). Mantiene nexos con periodistas, investigadores,
politólogos y representantes de organizaciones no gubernamentales nacionales y
extranjeras.”
También ficha al Internado “María Goretti”, al cual
Gobernación informó: “De la congregación de las hermanas Teresianas. La
superiora es la hermana Josefina. Su carisma es la docencia, así como las
carreras de Psicología y Trabajo Social. Defensoras de la Teología de la
Liberación”.
La Dirección General de Gobernación fichó a tantos “líderes
del ala progresista del clero” hidalguense como pudo. Además de los mencionados
se encuentran los religiosos Pablo Hernández Clemente, Rodolfo Vera Vallarta,
Rodolfo Abad Valdovinos, Humberto Bejarano Hernández, Leonardo Cisneros
Carbonero, Jesús Morfín Cartagena, Raúl Rodríguez Vega, Alfonso López Saldivar,
Gregorio Bautista Hernández, Tomás Hernández y Eusebio Pérez Hernández.
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